Las dislipemias de origen genético comprenden un amplio espectro de alteraciones en el metabolismo de los lípidos, la mayoría de ellas están estrechamente vinculadas con un mayor riesgo de aterosclerosis prematura.
Entre ellas, las hiperlipemias, especialmente aquellas caracterizadas por niveles elevados de colesterol LDL o triglicéridos, representan un factor de riesgo significativo para la enfermedad cardiovascular ya que actúan desde períodos muy tempranos de la vida y constituyen un factor de mal pronóstico en el paciente afectado. Se estima que aproximadamente el 9% de los infartos en individuos menores de 65 años y hasta el 20% de los infartos en menores de 45 años se deben a dislipidemias monogénicas, principalmente a hipercolesterolemia familiar (HF). Además, algunos tipos de hiperlipemia, como las hipertrigliceridemias severas, son causa rara pero bien documentada de pancreatitis que se asocia a un mal pronóstico.
Por otro lado, ciertas hipolipemias pueden predisponer a la aterosclerosis, mientras que otras no están asociadas con un mayor riesgo cardiovascular, pero pueden causar otras complicaciones metabólicas y neurológicas.
El espectro clínico y genético de las dislipemias es altamente complejo. Las formas poligénicas son mucho más frecuentes y su expresión está influenciada por factores ambientales y secundarios. En muchos casos, el defecto genético subyacente suele ser insuficiente para producir enfermedad a menos que coexistan comorbilidades, influencias ambientales o genéticas adicionales. Se estima que más del 60% de la variabilidad de los lípidos séricos está determinada genéticamente y la mayor parte de esta variación se debe a influencias poligénicas. Las formas monogénicas, aunque menos prevalentes, suelen presentar un cuadro clínico más definido y pueden heredarse con un patrón dominante o recesivo. A diferencia de las formas poligénicas, las dislipemias monogénicas tienden a expresarse independientemente de los factores ambientales.
El diagnóstico preciso de las dislipemias de origen genético es fundamental, ya que su pronóstico y abordaje terapéutico pueden diferir sustancialmente dependiendo del tipo de alteración subyacente. Un adecuado reconocimiento de estas condiciones permite una mejor gestión del riesgo cardiovascular en los casos en que este está presente, así como la prevención de complicaciones metabólicas en aquellas formas que no están asociadas con aterosclerosis, pero que pueden tener impacto en la salud del paciente y su familia.

Conocer tu predisposición genética a padecer enfermedades comunes, crónicas y que pueden ser tratadas con fármacos, puede ayudarte a prevenirlas.