La miastenia congénita es una enfermedad producida por un defecto bioquímico o una alteración estructural de la unión neuromuscular que condiciona una clínica de debilidad y fatigabilidad muscular desde el nacimiento o la infancia temprana. Conviene diferenciar estas formas de enfermedad de la miastenia gravis (de origen autoinmune) y de las formas neonatales (en hijos de madres con miastenia gravis).
La prevalencia de los síndromes miasténicos congénitos se ha estimado entre 1:500.000 (GeneReviews) y 9,2:1.000.000 (Parr et al., 2014). Su etiología es en gran parte genética. A día de hoy, se conocen diversos genes implicados, permitiendo que hasta 2/3 de los casos tengan un diagnóstico genético positivo (Jacob et al., 2009).
Los genes más frecuentemente implicados y su rendimiento son: CHRNE (50%), RAPSN (15-20%), COLQ (10-15%), DOK7 (10-15%), CHAT (5%) y GFPT1 (2%). Hemos incluido estos 6 genes como parte del estudio básico, contando con un panel completo de 29 genes relacionados que permitirán optimizar el rendimiento diagnóstico.